Nací envuelta en zambas en una fría madrugada de agosto en Tucumán , los azahares se abrieron para recibirme y por eso será que añoro tanto su aroma cuando me voy de sus calles , los lapachos asomaban sus colores para embriagar la mirada y por eso guardo en mis retinas la imagen de la avenida que sube al cerro donde se pierde el rosa contra el azul de fondo , el verde de los cañaverales y el rojo de las quemazones que veía desde la casa de mi abuela , en la que no había una sola noche de calor en la que no cantáramos las canciones que con el tiempo bailé , aquellas que decía con palabras , después las dibujé con los pies.
Mi madre y mi abuela me las transmitieron con el canto y mi padre me llenó de ellas cuando desde los 6 años amanecía en Cosquín las 9 lunas , rodeada de músicos y cantores que se prolongó en el tiempo por más de 40 años.
Por eso cuando bailo siento que salgo de mi,que todo esto se pone en juego y soy el cerro , los lapachos, los cañaverales , el río ,las sierras , el monte , los bombos y las guitarras , soy la tierra misma que me devora y me devuelve a mi primer instante de aquella fría madrugada de agosto en Tucumán .
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