lunes, 4 de mayo de 2009

La Zamba nuestra danza de amor



La zamba es la danza del encuentro, la que habla del amor cuando los poetas escriben y los músicos componen, la que nos conecta con los sentimientos más profundos, con nuestros amores, con los que están, con los que fueron o con los que alguna vez serán.
Algunas letras también nos hablan de amores de distinta naturaleza como el de los hijos, el de los padres o de nuestra casa materna; esta es la esencia de esta danza y esto también debe traducirse en el baile. Su coreografía con sus “encuentros y desencuentros” nos enseña que la zamba es como la vida un círculo o una rueda en la que nos van sucediendo los días…

Sus figuras son casi siempre circulares, sus “arrestos”, sus vueltas o medias vueltas nos muestran siempre la aproximación del hombre a la mujer y después su alejamiento, al final como en un largo viaje se toma una distancia mayor para volver rápidamente en un giro final al encuentro de los dos que bailan.

No intento hacer en este artículo una revisión histórica de la zamba, sino mostrar una alternativa diferente de lo que es bailarla, encontrando un sentido a los movimientos y un guión o un hilo conductor a lo que sucede en tres o cuatro minutos que en general dura su música, porque desde mi lenguaje corporal como bailarina de Folklore Argentino pretendo crear algo diferente cada vez que bailo una zamba y siento que en eso está el placer de bailarla e intento trasladar esto a un escenario y a cada uno de mis alumnos para que verdaderamente podamos sentir la alegría del encuentro cuando bailamos y podamos conectarnos con cada una de las personas que tengamos la posibilidad de bailar, no hacer de nuestros movimientos algo mecánico, tanto en los pasos, en la coreografía o en el lenguaje expresivo donde el pañuelo toma también una importancia fundamental. Intentemos poner nuestra creatividad, para la cual también tenemos que tener algunos recursos o destapar esa parte nuestra que a veces nos impide comunicarnos naturalmente o lúdicamente, sin darle a esto ninguna otra connotación que la de un encuentro humano, más allá que sea una danza de ambos sexos. Lo cual a la hora del encuentro desde mi perspectiva y experiencia de más de 20 años enseñando a bailarla, lo hace limitante, por la connotación erótica que muchas veces le cargamos los adultos y no podemos manejarla, puesto que culturalmente una mirada, un acercamiento con cierta sensualidad, parecieran que no pertenecen al mundo de la danza folklórica argentina, entonces sólo nos remitimos a repetir movimientos que ni siquiera son nuestros y muchas veces no le encontramos ningún sentido al bailarla o al verla bailar.

Por eso intento desde mi lugar de bailarina y docente sobretodo que mis alumnos tengan primero que nada la posibilidad de descubrir en esta danza toda su riqueza y los potenciales que cada uno tiene para bailarla, dando los recursos rítmicos, expresivos y coreográficos para que cada uno pueda crear su propia danza, pueda sentir el placer de moverse a su ritmo y expresar con todo su cuerpo los sentimientos que la zamba nos produce.

Como decía Atahualpa Yupanqui “ Bailar la zamba es como ver el cortejo de las palomas” y sin duda que esta metáfora nos lleva a pensar en un juego sutil y amoroso que bien vale la pena intentarlo.

Caly Bielik

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